hoy os traigo un artículo de cosecha completamente propia, y es que he sido mamá por primera vez hace dos meses justos y, como era de esperar, mi vida a dado un giro de 360 grados.
Yo he querido ser madre desde que recuerdo, apenas con unos cuantos años mi juego favorito era "el de las casitas", que básicamente consistía en dividir el pasillo de la casa de mi abuela en dos (una parte era la vivienda de mi prima y la otra parte era la mía) y nos hacíamos pasar por vecinas que cuidaban de sus hijos, hacían las tareas del hogar, etc..Ya entonces deseaba tener un bebé, y tenía claro que debía ser una niña.
Cosas del destino, el pasado mes de abril dí a luz a mi ansiada pequeña y, como para toda madre, fue el mejor día de mi vida. He de decir que durante el embarazo sólo pensaba en lo bonito que sería cuidarla, vestirla, bañarla, pero hasta que no la vi en mis brazos no caí en lo duro y difícil que sería protegerla de todo.
Y es que, de repente, pasé de sentir alegría a experimentar el mayor miedo jamás antes vivido.
Pensaba si sabría cogerla en brazos, si en algún momento de cansancio no se me caería, si me despertaría por las noches con tiempo suficiente para darle de mamar sin que llegase a llorar, si podría quedarme una noche sola con ella sin tener el apoyo de otra persona al lado....uffff, ¡qué os voy a contar!
El caso es que dos meses después sigo teniendo los mismos miedos pero ya los miro con decisión y les voy haciendo frente poco a poco. Y es que un bebé te llega a enseñar de tí misma más de lo que nunca habría descubierto por mi propia mano, y como pequeños milagros que son, te ayudan a llevar el cambio de la manera más dulce y plena.
Quizás las mamás primerizas tendemos a organizarnos peor y a sentirnos más abrumadas que aquellas que ya han pasado por una experiencia anterior. Apenas nos da el tiempo para peinarnos, para limpiar el polvo o para coger la ropa del tendedero, dejamos casi de existir por priorizar la existencia de nuestros hijos y, en ese día a día, logramos enfrentar al miedo de "no saber", porque cuando el tiempo es escaso y los quehaceres tan extensos, la supermamá que hay en cada una de nosotras sale a salvar la situación, ¿no estáis de acuerdo?.
Me encantaría compartir estas experiencias con otras mamis, que como yo, acaban de adquirir esta condición. Será muy enriquecedor y seguro que aprendemos un montón de nuestros errores y trucos.
¿Os animáis?
Un baby-saludo :)
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