No obstante, es tan comilona como inquieta, y el primer día de su primera papilla de cereales fue digno de cualquier tira cómica. ¡¡Y es que es ver un plato (aunque esté vacío) y se transforma en el monstruo de las galletas!!
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A eso de la hora y media ya tenía una cantidad considerable como para hacer un buen plato de papilla, así que traté de dejarla lo más finita posible y sin grumos y, por fin (yuju!!) iba a darle su primer plato de cuchara.
Pensad que soy de esas madres que lleva atada la cámara al cuello, no sea que me pierda un pestañeo de ojos, así que preparé todo a prisa y corriendo (Ipad grabando, perfil bueno, posición de la luz....vamos a lo profesional) porque como hace con todo, esta niña lo quiere aquí y ahora, si no la verbena de la Paloma que monta es considerable.
En fin, le doy la primera cucharada, hace ascos, me mira con cara de "¿por qué quieres envenenarme?", hace una "pedorreta" y la papilla vuela. Paciencia, me digo, es normal, son sabores nuevos.
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parece un torpedo y, como no, la papilla vuela de nuevo.
Limpio su cara, mis manos, la trona y demás puntos de aterrizaje y ahora le hago el avión, el pajarito, la grulla japonesa y todo lo que se me ocurre. Asco y prrrrrr......¡papilla va!
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Desisto hija mía, toma el pecho de mamá, que es más limpio, más rápido y mejor.